Nazis y anti -nazis en Chile o la guerra por las migajas.
Hace algún tiempo que, en las clases que realizo para los profesionales de salud, he recalcado la importancia de considerar que la epidemiología de la 4º ola, o "la destrucción del tejido social", se encuentra cruzada no sólo por fenómenos asociados a la salud mental sino también por fenómenos sociales que, por ahora, seguimos considerando poco trascendentes para la vida cotidiana de los chilenos.
Uno de esos fenómenos, que yo considero el más importante para explicar el fenómeno motivo de esta entrada, es la globalización. No es sorpresa para nadie el que diga que una de las consecuencias nefastas o no deseadas de este proceso de integración es el incremento de los nacionalismos, que puede ser interpretado como la resistencia de una cultura respecto de otra que aparece como dominante o amenazadora de la preservación de las costumbres de la primera, a raíz de lo cual aparece la xenofobia como fenómeno dominante. Esta afirmación no sería errada, de hecho, no faltará tampoco alguno de mis "sistémicos" amigos que lo dirá en una o dos palabras, probablemente "cierre operativo" o "autopoiesis", (aunque como esta teoría no es de mi completo dominio prefiero que lo digan ellos mismos)
A raíz de estas hermosas pero "herméticas" palabras, y de la explicación básica sobre la xenofobia que se puede dar al incipiente nazismo, fascismo y anti-ambos que han aparecido, es que, en mi opinión, llega el momento de dejar el rol de "oscuro intelectual" del sociólogo en nuestra sociedad para pasar a ser un poco útiles, al menos.
Muchas de las explicaciones que he escuchado por estos días respecto del renacimiento de los nacionalismos (de todo tipo más mezclas imaginables e inimaginables y grupos contrarios a cada una de esas mezclas) han alcanzado con suerte un nivel descriptivo, que poco importa al común de los cristianos que ve televisión. ¿Es acaso de importancia para el santiaguino común saber si el grupo recién aparecido es clasificable como una tribu urbana o como una contracultura? Claro que no. Frente a lo que acabo de escribir uno o más sociólog@s dirán inmediatamente, escandalizad@s: "¡Pero claro que sí!", y posiblemente yo podría estar de acuerdo si a esas misteriosas declaraciones siguiera un "...lo que implica entonces que...", que lamentablemente nunca aparece.
Bueno, después de desparramar mierda, la pregunta consecuente es ¿y que puedo aportar yo? No mucho, tal vez una sola cosa que me ha dado vueltas en la cabeza respecto a las últimas noticias, ella refiere a la importancia que tiene el que:
- Estos grupos se concentren principalmente en Santiago,
- que además es donde llega una buena masa de extranjeros, peruanos sobretodo, que buscan oportunidades laborales en nuestro país.
Después de estas dos brillantes constataciones (jaja) quiero hacer una tercera y cuarta aún mejores:
- Santiago es donde se expresa con mayor vividez en nuestro país, la diferencia de ingresos y las brechas entre clases sociales.
- Y un argumento de una persona muy cercana (que desertó del liceo para trabajar a sus breves 16 años) para tratar de explicarme porqué pertenece a un grupo que, siendo punky, es de la más rara especie de nacionalistas que conozco, el argumento es: "Los peruanos nos quitan la pega"
¿Y que diablos impica todo esto? en algún lugar de mi mente recuerdo las clases referidas a diferencias sociales y sociología del trabajo donde hablabamos del famoso "ejercito de reserva" que permite estabilizar el precio pagado por la mano de obra en diversas actividades, mediante la amenaza del desempleo y de la facilidad de encontrar a otro que ocupe el puesto. Desde esta perspectiva podemos pensar que los extranjeros de algunos países vecinos vienen a engrosar la lista del ejército de reserva y podemos dar una explicación facilista y rápida respecto que mi sobrino tiene razón, y yo soy una pelotuda perdiendo el tiempo en escribir en mi blog, en vez de ganar tiempo convenciendo a mi sobrino que "si somos americanos...", pero la verdad es que eso no es todo.
Por otra parte, también en mi cabecita, resuena una vieja clase de género del pregrado, donde nos hablaban respecto de la inserción de las mujeres en el mercado laboral. Ésta inserción se caracterizaba por la ocupación de disciplinas y puestos de trabajo que los hombres (como género) habían dejado de considerar como deseables dado que se relacionaban con una extensión de los roles femeninos, tales como la enfermería, secretariados varios, servicios domésticos, y así sucesivamente, quedándose sólo con aquellos trabajos que les traían mayor beneficio en status social y monetario.
Así, en relación con los asuntos anteriores, es que creo necesario recordar algo: la aparición de los nacionalismos de todo tipo, más skinhead y otros, han surgido y se han desarrollado en la pobreza. Ya sea por problemas de disponibilidad de cupos laborales o por el acceso a bienes, y han tenido su apogeo en las clases bajas debido a la crudeza de la vida diaria de las personas que ven cómo tienen que competir por aquellos trabajos que casi toda una sociedad ha declarado indignos, como obligados perros carroñeros. Y ojo que me refiero a indignos no por la labor en sí misma, sino por el sueldo y el maltrato que les acompaña.
Entonces el asunto del nacionalismo no aparece por xenofobias culturales inexplicables, si no sólo como la expresión asociada a la resistencia de que "el otro" ocupe mi lugar, en sectores donde la otredad se ha igualado y hecho reconocible por características físicas y de lenguaje... y se ha extendido al reconocimiento uniformado del opositor a mis ideas... Fácil ¿no? después de todo a alguien hay que patearle la perra.
Bueno, así como tenemos a tres cuartos de sociedad enceguecida peleando las migajas de un sistema económico, y un cuarto de sociedad que pertenece a una clase social que profita de estas situaciones; tenemos también a un gobierno de turno (uf! que turno más largo) y a una oposición (por cierto, ¿a qué mierda se oponen? yo los veo re-felices) que clama por declarar un abierto disentimiento a la intolerancia, algo así como "no toleraremos a los intolerantes de ningún tipo" (¿no fue eso lo que dijo el vocero del gobierno, finalmente?)
Es decir, este país lleno de cobardes, unos más que otros (los que más entran en el ejército o se uniforman de algún modo) para variar dispara para cualquier lado, porque, desde mi perspectiva, la labor nuevamente queda en combatir seriamente el desempleo, la brecha de ingresos, las desigualdades. No en la simple condena de unos u otros, si no en el reconocimiento de los problemas sociales que lleva aparejado el incremento de las diferencias, por razones intra-nación y por la globalización que profundiza inter-naciones estas inequidades sociales... Evidentemente ésta es una labor que ni este gobierno ni mucho menos la llamada oposición querrá abordar, dado que lejos de flexibilizar el empleo para tener más puestos, hay que reforzar los derechos laborales, y -como dijo un amigo por ahí- lejos de combatir la pobreza, es necesario combatir la riqueza.
PH
Uno de esos fenómenos, que yo considero el más importante para explicar el fenómeno motivo de esta entrada, es la globalización. No es sorpresa para nadie el que diga que una de las consecuencias nefastas o no deseadas de este proceso de integración es el incremento de los nacionalismos, que puede ser interpretado como la resistencia de una cultura respecto de otra que aparece como dominante o amenazadora de la preservación de las costumbres de la primera, a raíz de lo cual aparece la xenofobia como fenómeno dominante. Esta afirmación no sería errada, de hecho, no faltará tampoco alguno de mis "sistémicos" amigos que lo dirá en una o dos palabras, probablemente "cierre operativo" o "autopoiesis", (aunque como esta teoría no es de mi completo dominio prefiero que lo digan ellos mismos)
A raíz de estas hermosas pero "herméticas" palabras, y de la explicación básica sobre la xenofobia que se puede dar al incipiente nazismo, fascismo y anti-ambos que han aparecido, es que, en mi opinión, llega el momento de dejar el rol de "oscuro intelectual" del sociólogo en nuestra sociedad para pasar a ser un poco útiles, al menos.
Muchas de las explicaciones que he escuchado por estos días respecto del renacimiento de los nacionalismos (de todo tipo más mezclas imaginables e inimaginables y grupos contrarios a cada una de esas mezclas) han alcanzado con suerte un nivel descriptivo, que poco importa al común de los cristianos que ve televisión. ¿Es acaso de importancia para el santiaguino común saber si el grupo recién aparecido es clasificable como una tribu urbana o como una contracultura? Claro que no. Frente a lo que acabo de escribir uno o más sociólog@s dirán inmediatamente, escandalizad@s: "¡Pero claro que sí!", y posiblemente yo podría estar de acuerdo si a esas misteriosas declaraciones siguiera un "...lo que implica entonces que...", que lamentablemente nunca aparece.
Bueno, después de desparramar mierda, la pregunta consecuente es ¿y que puedo aportar yo? No mucho, tal vez una sola cosa que me ha dado vueltas en la cabeza respecto a las últimas noticias, ella refiere a la importancia que tiene el que:
- Estos grupos se concentren principalmente en Santiago,
- que además es donde llega una buena masa de extranjeros, peruanos sobretodo, que buscan oportunidades laborales en nuestro país.
Después de estas dos brillantes constataciones (jaja) quiero hacer una tercera y cuarta aún mejores:
- Santiago es donde se expresa con mayor vividez en nuestro país, la diferencia de ingresos y las brechas entre clases sociales.
- Y un argumento de una persona muy cercana (que desertó del liceo para trabajar a sus breves 16 años) para tratar de explicarme porqué pertenece a un grupo que, siendo punky, es de la más rara especie de nacionalistas que conozco, el argumento es: "Los peruanos nos quitan la pega"
¿Y que diablos impica todo esto? en algún lugar de mi mente recuerdo las clases referidas a diferencias sociales y sociología del trabajo donde hablabamos del famoso "ejercito de reserva" que permite estabilizar el precio pagado por la mano de obra en diversas actividades, mediante la amenaza del desempleo y de la facilidad de encontrar a otro que ocupe el puesto. Desde esta perspectiva podemos pensar que los extranjeros de algunos países vecinos vienen a engrosar la lista del ejército de reserva y podemos dar una explicación facilista y rápida respecto que mi sobrino tiene razón, y yo soy una pelotuda perdiendo el tiempo en escribir en mi blog, en vez de ganar tiempo convenciendo a mi sobrino que "si somos americanos...", pero la verdad es que eso no es todo.
Por otra parte, también en mi cabecita, resuena una vieja clase de género del pregrado, donde nos hablaban respecto de la inserción de las mujeres en el mercado laboral. Ésta inserción se caracterizaba por la ocupación de disciplinas y puestos de trabajo que los hombres (como género) habían dejado de considerar como deseables dado que se relacionaban con una extensión de los roles femeninos, tales como la enfermería, secretariados varios, servicios domésticos, y así sucesivamente, quedándose sólo con aquellos trabajos que les traían mayor beneficio en status social y monetario.
Así, en relación con los asuntos anteriores, es que creo necesario recordar algo: la aparición de los nacionalismos de todo tipo, más skinhead y otros, han surgido y se han desarrollado en la pobreza. Ya sea por problemas de disponibilidad de cupos laborales o por el acceso a bienes, y han tenido su apogeo en las clases bajas debido a la crudeza de la vida diaria de las personas que ven cómo tienen que competir por aquellos trabajos que casi toda una sociedad ha declarado indignos, como obligados perros carroñeros. Y ojo que me refiero a indignos no por la labor en sí misma, sino por el sueldo y el maltrato que les acompaña.
Entonces el asunto del nacionalismo no aparece por xenofobias culturales inexplicables, si no sólo como la expresión asociada a la resistencia de que "el otro" ocupe mi lugar, en sectores donde la otredad se ha igualado y hecho reconocible por características físicas y de lenguaje... y se ha extendido al reconocimiento uniformado del opositor a mis ideas... Fácil ¿no? después de todo a alguien hay que patearle la perra.
Bueno, así como tenemos a tres cuartos de sociedad enceguecida peleando las migajas de un sistema económico, y un cuarto de sociedad que pertenece a una clase social que profita de estas situaciones; tenemos también a un gobierno de turno (uf! que turno más largo) y a una oposición (por cierto, ¿a qué mierda se oponen? yo los veo re-felices) que clama por declarar un abierto disentimiento a la intolerancia, algo así como "no toleraremos a los intolerantes de ningún tipo" (¿no fue eso lo que dijo el vocero del gobierno, finalmente?)
Es decir, este país lleno de cobardes, unos más que otros (los que más entran en el ejército o se uniforman de algún modo) para variar dispara para cualquier lado, porque, desde mi perspectiva, la labor nuevamente queda en combatir seriamente el desempleo, la brecha de ingresos, las desigualdades. No en la simple condena de unos u otros, si no en el reconocimiento de los problemas sociales que lleva aparejado el incremento de las diferencias, por razones intra-nación y por la globalización que profundiza inter-naciones estas inequidades sociales... Evidentemente ésta es una labor que ni este gobierno ni mucho menos la llamada oposición querrá abordar, dado que lejos de flexibilizar el empleo para tener más puestos, hay que reforzar los derechos laborales, y -como dijo un amigo por ahí- lejos de combatir la pobreza, es necesario combatir la riqueza.
PH
2 Comments:
¿Qué se gana combatiendo a la riqueza?
Tengo la impresión de que ideas como esa se basan en la comprensión de la economía como juego de suma cero, cuestión que es un error a mi juicio.
Una economía no es como una mesa de póquer, donde para ganar fichas hay que necesariamente quitárselas al resto con estrategias basadas en la astucia y la pura competencia. En una economía el bien de uno puede perfectamente ser el bien de otros, por la vía de la reinversión de los excedentes. Aunque, claro, ahí se nota la inspiración ideológica de cada uno y quizá sea una discusión sin final...
Saludos amistosos.
Sin duda que lo ideológico en cada uno esta en juego en este tipo de discusiones, lo cual no evita que podamos tenerlas. Desde mi perspectiva, es necesario dejar de considerar que los equilibrios de la economía son algo prioritario y que lo social se da como una "ganancia" adyacente a los flujos monetarios de "reinversión", asunto que sí es un error a mi juicio. Si esto implica considerar que la economía es una mesa de póquer, para mi está bien, mientras todos tengamos la misma posibilidad de sacar cartas, aunque como tu sabrás, andan varios por ahí que les gusta guardarse los ases bajo la manga. Combatir la riqueza en cuanto acumulación excesiva de bienes es central: frente a una pobreza desoladora, el lujo y la ostentación son actos de violencia contra las personas, que se puede devolver en cualquier momento.
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