Magnolia
Este espacio ha sido creado para compartir poesía, letras de canciones, algunas fotos o dibujos, cuentos, y conversaciones sobre miles de cosas. De un extraño modo se ha convertido en una extensión de mi misma, las cosas que son publicadas son la exteriorización de lo que pienso y siento en el momento que actualizo las entradas. Espero que lo disfruten.
Acerca de mí
- Nombre: Colectivo Yo Defiendo
- Ubicación: Concepción, VIII Región, Chile
Integrado por docentes, alumnos, trabajadores, ex-alumnos y comunidad vinculada a la UdeC
septiembre 06, 2005
Canto a mi mismo (Feliz cumple Leo)
Me celebro y me canto,
Y aquello que yo me apropio habrás de apropiarte,
Porque todos los átomos que me pertenecen también te pertenecen.
Me entrego al ocio y agasajo a mi alma;
Me tiendo a mis anchas a observar un tallo de hierba veraniega.
Mi lengua, todos los átomos de mi sangre, formados de esta tierra y de este aire,
Nacido aquí de padres que nacieron aquí, lo mismo que sus padres:
A los treinta y siete años de edad, con la salud perfecta, empiezo,
Y espero no cesar hasta la muerte.
Dejo a las sectas y a las escuelas en suspenso,
Me retiro un momento, satisfecho de lo que son, pero no las olvido,
Soy puerto para el bien y para el mal, les permito hablar a todos, arrostrando todos los peligros,
Naturaleza sin freno, con energía primigenia.
Walt Whitman.
Y aquello que yo me apropio habrás de apropiarte,
Porque todos los átomos que me pertenecen también te pertenecen.
Me entrego al ocio y agasajo a mi alma;
Me tiendo a mis anchas a observar un tallo de hierba veraniega.
Mi lengua, todos los átomos de mi sangre, formados de esta tierra y de este aire,
Nacido aquí de padres que nacieron aquí, lo mismo que sus padres:
A los treinta y siete años de edad, con la salud perfecta, empiezo,
Y espero no cesar hasta la muerte.
Dejo a las sectas y a las escuelas en suspenso,
Me retiro un momento, satisfecho de lo que son, pero no las olvido,
Soy puerto para el bien y para el mal, les permito hablar a todos, arrostrando todos los peligros,
Naturaleza sin freno, con energía primigenia.
Walt Whitman.
septiembre 05, 2005
Lentejas para el amor...
A continuación voy a dar la receta más re-contra-sabida para cualquier persona que sea del sur y acostumbre cocinar: cómo se prepara un plato de lentejas. Recuerdo que cuando aprendí esta receta tenía solo 10 años y mis padres habían tenido una discusión muy fuerte la semana anterior, lo cual a esas alturas era la gota que rebalsó el vaso de su matrimonio. Mi mami, sabiamente, se fue de la casa para esperar que a mi padre se le pasara la tontera, mi padre pensó que el mundo se le caía: el problema era que alguien tenía que hacerse cargo de la cocina.
En este tiempo mi hermana mayor estudiaba por la mañana, y mi padre y ella volvían a la hora de almuerzo a la casa, antes de que yo me fuera a clases. Obviamente la única que quedaba era yo y por colaborar en la casa se me ocurrió decir que sabía cocinar (¡de cuándo!). Asunto tal que ese día en mi casa (lunes) siempre se comían lentejas, y que yo no sabía cocinar nada, así que llamé a mi madre, que por cierto estaba a muchos kilómetros de mi casa, para que me fuera indicando paso por paso el asunto de las lentejas:
1º paso (echar a cocer las lentejas):
- “¿Aló mami? Tengo que cocinar lentejas y no sé”
- “Lo ideal es que se echen a remojar un día antes”
- "¡Pucha!”
- “Pero es temprano así que igual hazlas. La idea es que los eches a cocer con el agua del remojo que tiene que tener un poquito de sal. ¿Cómo está el papá?”
- “Triste. ¡Ya!, Te llamo después para que me sigas diciendo”
2º paso (condimentar):
- “¿Mami? Soy yo, Ya las eché a cocer ¿le pongo algo más?”
- “Sí, fríe cebolla con un poquito de aceite, picada en cuadraditos, con los aliños y una cucharada de té, de sal”
- “¡Ya!”. Acto seguido fui a la cocina y me encontré con el papá. Me preguntó que de cuándo sabía cocinar y le dije que la mamá me había enseñado un tiempo atrás (gran mentira gran) y me dijo:
- “Menos mal que tu sabes, a la noche voy a llamar a tu mamá y le voy a decir que es mejor que no vuelva, que ya no la necesitamos, que nos podemos arreglar solos los tres... si ella se fue es asunto de ella y es mejor que no vuelva”
3º paso (echar el arroz): Suena el teléfono, yo estaba en la cocina llorando sobre las lentejas... después de haberle echado los aliños, un poco de sal y la correspondiente cucharadita de té en hojas (que es más rico), que en realidad en ese momento me preguntaba para qué era y cómo no me había dado cuenta antes que mi mami le echaba té a las lentejas...
- “¿Aló?”
- “¿Chanchi?”
- “¡¿Mami?!, ¡Mami no quiero aprender a cocinar, quiero que vuelvas!”
- “¡¿Qué pasa?!”
- “Que el papá me dijo que... (bla bla bla...)”
- “Ya hija no se preocupe... ¿Cómo van las lentejas?”
- “No sé, ya están abiertas. Mami ¿por qué le echas té a las lentejas?”
- “¡¿Ah?!, ¡No, mamita! No se le echa té,
- " Pero si tu me dijiste: Una cucharadita de té y de sal"
- "Lo que yo quería decir es que ocupes una cuchara chica, de las de té, para medir la sal. Anda a la cocina y trata de sacar el té”
- “¡Pucha mami!, es que están todas las hojitas flotando”
- “Ya, no importa, ¿están blanditas las lentejas?”
- “Si mami, se están abriendo”
- “¡Pero chanchita! ¡Si tienen que estar a medio cocer no más!, ponles el arroz”
- “¿Cuánto?”
- “Si hiciste dos tazas de lentejas tiene que ser una de arroz”
- “¿Y si hice cuatro de lentejas?”
- “¡¿Qué?!, ¿Hay visitas, Chanchi?”
- “No, pero encontré que eran muy poquitas. Le voy a poner una de arroz no más”
- “Bueno, hija”
- “Mami ¿tu quieres volver?”
- “Si, las echo de menos, pero no puedo volver todavía hasta que tu papá me pida volver”
4º paso (servir las lentejas): El asunto es que las lentejas se veían bastante poco apetitosas, que mi papá y mi hermana tenían mucha hambre y que el estado de ánimo en la casa era de velorio... Las lentejas se sirven en casas pobres con un poquito de ají de color para dar la idea de que hubo algún representante del reino animal en el plato y que ya te lo comiste, aunque mi ají de color estaba negro y humeaba mucho, igual le eché cantidades a ver si es que pasaba piola el té:
- Papá: “¡¿Qué #6*& es esto?!”
- Hermana: “Lentejas”
- Papá: “¿No me dijo que sabía cocinar?”
- Yo: “La mamá me enseñó recién por teléfono”
- Papá: “¿Qué es esto? ¿Té?”
- Yo: “Sí”
- Hermana: “Quiero que la mamá vuelva”
- Papá: “Yo también, pero no debió haberse ido, ahora la decisión es de ella”
- Yo: “Yo también quiero que vuelva, así que no voy a cocinar más”
- Papá: “¡Mejor!. La voy a llamar a la noche y le voy a decir que vuelva a ver si arreglamos las cosas”
- Hermana: “¿Porque no la llamas ahora para que esté aquí en la noche?”
- Papá: “Ya”
5º paso (la importancia del té): Eche té a sus lentejas, no son más ricas así, pero el té en las lentejas sirve para que las personas vuelvan, no importa que tan lejos estén. En la casa de mis padres nunca más volví a cocinar; en la mía, ahora después de 12 años, cocino bien, sobretodo lentejas los días lunes.
En este tiempo mi hermana mayor estudiaba por la mañana, y mi padre y ella volvían a la hora de almuerzo a la casa, antes de que yo me fuera a clases. Obviamente la única que quedaba era yo y por colaborar en la casa se me ocurrió decir que sabía cocinar (¡de cuándo!). Asunto tal que ese día en mi casa (lunes) siempre se comían lentejas, y que yo no sabía cocinar nada, así que llamé a mi madre, que por cierto estaba a muchos kilómetros de mi casa, para que me fuera indicando paso por paso el asunto de las lentejas:
1º paso (echar a cocer las lentejas):
- “¿Aló mami? Tengo que cocinar lentejas y no sé”
- “Lo ideal es que se echen a remojar un día antes”
- "¡Pucha!”
- “Pero es temprano así que igual hazlas. La idea es que los eches a cocer con el agua del remojo que tiene que tener un poquito de sal. ¿Cómo está el papá?”
- “Triste. ¡Ya!, Te llamo después para que me sigas diciendo”
2º paso (condimentar):
- “¿Mami? Soy yo, Ya las eché a cocer ¿le pongo algo más?”
- “Sí, fríe cebolla con un poquito de aceite, picada en cuadraditos, con los aliños y una cucharada de té, de sal”
- “¡Ya!”. Acto seguido fui a la cocina y me encontré con el papá. Me preguntó que de cuándo sabía cocinar y le dije que la mamá me había enseñado un tiempo atrás (gran mentira gran) y me dijo:
- “Menos mal que tu sabes, a la noche voy a llamar a tu mamá y le voy a decir que es mejor que no vuelva, que ya no la necesitamos, que nos podemos arreglar solos los tres... si ella se fue es asunto de ella y es mejor que no vuelva”
3º paso (echar el arroz): Suena el teléfono, yo estaba en la cocina llorando sobre las lentejas... después de haberle echado los aliños, un poco de sal y la correspondiente cucharadita de té en hojas (que es más rico), que en realidad en ese momento me preguntaba para qué era y cómo no me había dado cuenta antes que mi mami le echaba té a las lentejas...
- “¿Aló?”
- “¿Chanchi?”
- “¡¿Mami?!, ¡Mami no quiero aprender a cocinar, quiero que vuelvas!”
- “¡¿Qué pasa?!”
- “Que el papá me dijo que... (bla bla bla...)”
- “Ya hija no se preocupe... ¿Cómo van las lentejas?”
- “No sé, ya están abiertas. Mami ¿por qué le echas té a las lentejas?”
- “¡¿Ah?!, ¡No, mamita! No se le echa té,
- " Pero si tu me dijiste: Una cucharadita de té y de sal"
- "Lo que yo quería decir es que ocupes una cuchara chica, de las de té, para medir la sal. Anda a la cocina y trata de sacar el té”
- “¡Pucha mami!, es que están todas las hojitas flotando”
- “Ya, no importa, ¿están blanditas las lentejas?”
- “Si mami, se están abriendo”
- “¡Pero chanchita! ¡Si tienen que estar a medio cocer no más!, ponles el arroz”
- “¿Cuánto?”
- “Si hiciste dos tazas de lentejas tiene que ser una de arroz”
- “¿Y si hice cuatro de lentejas?”
- “¡¿Qué?!, ¿Hay visitas, Chanchi?”
- “No, pero encontré que eran muy poquitas. Le voy a poner una de arroz no más”
- “Bueno, hija”
- “Mami ¿tu quieres volver?”
- “Si, las echo de menos, pero no puedo volver todavía hasta que tu papá me pida volver”
4º paso (servir las lentejas): El asunto es que las lentejas se veían bastante poco apetitosas, que mi papá y mi hermana tenían mucha hambre y que el estado de ánimo en la casa era de velorio... Las lentejas se sirven en casas pobres con un poquito de ají de color para dar la idea de que hubo algún representante del reino animal en el plato y que ya te lo comiste, aunque mi ají de color estaba negro y humeaba mucho, igual le eché cantidades a ver si es que pasaba piola el té:
- Papá: “¡¿Qué #6*& es esto?!”
- Hermana: “Lentejas”
- Papá: “¿No me dijo que sabía cocinar?”
- Yo: “La mamá me enseñó recién por teléfono”
- Papá: “¿Qué es esto? ¿Té?”
- Yo: “Sí”
- Hermana: “Quiero que la mamá vuelva”
- Papá: “Yo también, pero no debió haberse ido, ahora la decisión es de ella”
- Yo: “Yo también quiero que vuelva, así que no voy a cocinar más”
- Papá: “¡Mejor!. La voy a llamar a la noche y le voy a decir que vuelva a ver si arreglamos las cosas”
- Hermana: “¿Porque no la llamas ahora para que esté aquí en la noche?”
- Papá: “Ya”
5º paso (la importancia del té): Eche té a sus lentejas, no son más ricas así, pero el té en las lentejas sirve para que las personas vuelvan, no importa que tan lejos estén. En la casa de mis padres nunca más volví a cocinar; en la mía, ahora después de 12 años, cocino bien, sobretodo lentejas los días lunes.
Anotaciones Científicas
Después de variadas divagaciones y otros
sobre la naturaleza física del amor
les comunico mis últimas apreciaciones
a fin que podamos discutirlas
en un futuro próximo
y por el mismo medio.
Existe la creencia que el amor
reside en el corazón,
contrario a estas apreciaciones
- propias del sentido común -
les escribo para aseverar,
basándome en mis observaciones,
que el amor no puede residir
sino en los pulmones.
Principalmente esto se trata
de intentar dominar la respiración
frente al que se ama
Sobre mis observaciones
no puedo sino disculparme
por no haber tomado nota exhaustiva
de las extrañas reacciones de mi cuerpo completo,
ya que el latido en las sienes y
el sudor de manos
me lo han impedido
Sobre las consecuencias médicas
creo que el amor, finalmente,
cuando se conserva mucho tiempo
en los pulmones
sin ser expresado,
daña seriamente la salud
El respirar se hace más quieto
y se hacen frecuentes
las inhalaciones y exhalaciones prolongadas,
Situación que se agrava mucho
ya que en esta fase de los síntomas físicos
también se aumenta el consumo de cigarro.
Patricia Huerta
sobre la naturaleza física del amor
les comunico mis últimas apreciaciones
a fin que podamos discutirlas
en un futuro próximo
y por el mismo medio.
Existe la creencia que el amor
reside en el corazón,
contrario a estas apreciaciones
- propias del sentido común -
les escribo para aseverar,
basándome en mis observaciones,
que el amor no puede residir
sino en los pulmones.
Principalmente esto se trata
de intentar dominar la respiración
frente al que se ama
Sobre mis observaciones
no puedo sino disculparme
por no haber tomado nota exhaustiva
de las extrañas reacciones de mi cuerpo completo,
ya que el latido en las sienes y
el sudor de manos
me lo han impedido
Sobre las consecuencias médicas
creo que el amor, finalmente,
cuando se conserva mucho tiempo
en los pulmones
sin ser expresado,
daña seriamente la salud
El respirar se hace más quieto
y se hacen frecuentes
las inhalaciones y exhalaciones prolongadas,
Situación que se agrava mucho
ya que en esta fase de los síntomas físicos
también se aumenta el consumo de cigarro.
Patricia Huerta